Otro álbum imprescindible de la música argentina. Este
trabajo de Aquelarre es el primer eslabón discográfico de uno de los grupos mas
importantes del rock progresivo en nuestro país. Fue grabado durante los
primeros meses de 1972, y lanzado al mercado ese mismo año por el sello independiente Trova.
Rodolfo García (1946 - 2021) Por Siempre.
Al poco tiempo de disuelto Almendra, dos de sus integrantes, el baterista Rodolfo García y el bajista Emilio del Guercio, empezaron a ensayar con el guitarrista Héctor Starc (ex Alta Tensión -Trieste) en los ratos libres que permitía la colimba de Emilio. Como trío se presentaron en junio en el ciclo de Música Beat, en el teatro IFT. Al poco tiempo participaron en un evento en el Parque Lezama, organizado por el Centro de Artes y Ciencias, llamado Recital de las Antorchas, que terminó con una intervención policial. En septiembre se presentaron en el teatro Margarita Xirgu bajo el nombre de Rock Experimental con músicos invitados, entre los que se contaba Hugo González Neira. A partir de ahí, Hugo pasó a integrar el grupo a cargo de los teclados. Como cuarteto sin nombre tocaron en Barock II, que Starc abrió con un intenso solo de guitarra. Su actuación los colocó en la primera plana del rock nacional, lugar que confirmaron al cerrar el año con un recital en el cine Pueyrredón de Flores junto con Spinetta, Edelmiro Molinari y Gabriela. En ese recital, el 18 de diciembre, el grupo ya se llamaba Aquelarre. "Aquelarre, su música puede ser la gran revelación, no sólo de un nuevo sonido, sino de una flamante etapa de maduración y seriedad dentro del rock argentino." (Revista Pelo, enero de 1972.)
A comienzos del año se internaron en los estudios Ion para grabar su primer álbum, que llevaría el nombre del grupo y sería editado por Trova, un sello pequeño. En sus primeras actuaciones del año, Aquelarre ya mostró algunas de las características que lo diferenciarían del resto del rock argentino. En Aquelarre el trabajo cooperativo y el cuidado de lo visual fueron siempre una marca de fábrica. Todos los temas figuraban a nombre del grupo, demostrando un trabajo en conjunto que llamaba la atención. "Aquelarre ha evitado la enfermedad característica de la mayoría de los conjuntos argentinos: el vedettismo. Nadie, dentro de este flamante cuarteto, opera en beneficio del lucimiento personal." (Jorge H_ Andrés. diario La Opinión, 22 de marzo de 1972.) Con respecto a lo visual, los trabajos de Emilio del Guercio para los afiches y programas de recitales le dieron al grupo una imagen personal desde el principio. Y el disco confirmó eso: "Párrafo aparte merece la cuidada presentación". decía el diario La Nación en junio, en el comentario.
A mediados de año, los Aquelarre se habían juntado con Litto Nebbia, Color Humano y Gabriela con la intención de crear una productora independiente, A.M.A.R., (Agrupación de Músicos Argentinos de Rock), donde trabajaban todos democráticamente para organizar recitales y manejar la prensa. Antes de fin de año, Aquelarre sacó su segundo disco, "Candiles", en el que, según la crítica, confirmaron su trabajo cuidadoso en los arreglos y la permanente ampliación de los estilos musicales que abordaban.
A comienzos del año se internaron en los estudios Ion para grabar su primer álbum, que llevaría el nombre del grupo y sería editado por Trova, un sello pequeño. En sus primeras actuaciones del año, Aquelarre ya mostró algunas de las características que lo diferenciarían del resto del rock argentino. En Aquelarre el trabajo cooperativo y el cuidado de lo visual fueron siempre una marca de fábrica. Todos los temas figuraban a nombre del grupo, demostrando un trabajo en conjunto que llamaba la atención. "Aquelarre ha evitado la enfermedad característica de la mayoría de los conjuntos argentinos: el vedettismo. Nadie, dentro de este flamante cuarteto, opera en beneficio del lucimiento personal." (Jorge H_ Andrés. diario La Opinión, 22 de marzo de 1972.) Con respecto a lo visual, los trabajos de Emilio del Guercio para los afiches y programas de recitales le dieron al grupo una imagen personal desde el principio. Y el disco confirmó eso: "Párrafo aparte merece la cuidada presentación". decía el diario La Nación en junio, en el comentario.
A mediados de año, los Aquelarre se habían juntado con Litto Nebbia, Color Humano y Gabriela con la intención de crear una productora independiente, A.M.A.R., (Agrupación de Músicos Argentinos de Rock), donde trabajaban todos democráticamente para organizar recitales y manejar la prensa. Antes de fin de año, Aquelarre sacó su segundo disco, "Candiles", en el que, según la crítica, confirmaron su trabajo cuidadoso en los arreglos y la permanente ampliación de los estilos musicales que abordaban.
"Digamos la verdad: después de los surgimientos de Almendra, Manal y Arco Iris, muchos pensaron que la exploración de un sonido nacional se había acabado. Es mentira. Y hoy está la prueba: se llama Aquelarre; dos músicos que participaron del proceso gestador y otros dos más recientes. Síntesis: una nueva (extensión) posibilidad para la música popular argentina. Hay varias cosas importantes en el primer long play de Aquelarre que lo hacen destacar de casi todas las últimas ediciones de grupos locales. Pero la primera es seguramente el resultado concreto del sonido del grupo que va más allá del clavicordio eléctrico de González Neira (novedoso por cierto) y de la eventual guitarra hawaiana de Héctor Starc, ese sonido está guardado en el contexto total: no hay yeites importados, ni clichés conocidos. Todo está realmente elaborado: los sutiles coros de "Aventura en el árbol", los precisos riffs de Starc en "Movimiento", la limitada voz de Emilio del Guercio sacando matices de la imaginación, cadencias naturales de sus vecinos de ciudad.
Todo el disco respira un aire de prolijidad (por momentos excesivo seamos sinceros), pero una prolijidad no demasiado habitual dentro de la progresiva local. No por eso perdieron el alma, un toque de pasión —amor que se trasluce en las letras: desde la naturalidad de "Cantemos tu nombre" al surrealismo hermético pero filtrable de "Canto". En general la temática del álbum traspasa la barrera de la experiencia íntima, personal (muchas veces desenfocada) de los intérpretes, para ubicar el mundo de los amigos ,de la infancia, del compromiso, en definitiva de la objetiva realidad circundante de un coetáneo de hoy. Las labores individuales son difíciles de destacar o valorizar en una formación compacta como la que Aquelarre está logrando. Segura-mente llamará la atención por lo nuevo el clavicordio de González Neira (desde Ciro Fogliatta probablemente el mejor tecleador argentino), pero no es menos eficaz la feliz conbinación rítmica que por momentos logran Del Guercio y Starc, ya anticipada en las zapadas que realizaron juntos aún antes de formar Aquelarre. García es quizás el más pulcro y meticuloso de los cuatro: una batería precisa, desapercibida cuando tiene que serlo y presente con todo en los momentos de fuerza. Este disco es muy importante para la consolidación de Aquelarre como grupo y como imagen necesaria dentro del rock, pero seguramente es más importante para el movimiento en general, mucho más allá de que haya opiniones contrarias o no demasiado entusiastas; su importancia se va a comprobar con el tiempo. Así como algunos años atrás hubo grupos que señalaron un camino. Aquelarre puede llegar a hacerlo también y quizás con más claridad en un ya necesario segundo long play. Los trabajos esbozados en este primer álbum dan la sensación de que el grupo no se termina allí, o que tiene que esperar un tiempito para madurar nuevas cosas. Son seis temas y el oyente esperaría tres o cuatro más. El grupo posee un repertorio más amplio, quedó demostrado en los recitales. Pero en las grabaciones parecen crecer, multiplicarse en la creación. Quizás por el esmerado trabajo que realizaron en los estudios, meticulosidad que ya fue comentada en números anteriores. Esa técnica es probable que arrastre opiniones a enjuiciar cierta frialdad en la música que transmite el disco. Si se lo separa en porciones puramente académica es probable esa conclusión. Pero el resultado total de lo hecho, el sentimiento del long play rebasa con autenticidad esos límites. Es indudable que estamos caminando por otros caminos, que son una herencia de los errores del pasado, y un resultado del refinamiento de ciertos resortes. La confección del álbum por ejemplo (una doble tapa impresa en negro) demuestra imaginación sin efecticismo y un sentido poco usual de lo necesario sin ostentación de fotos, ni colores de super estrellas. Todo indica que estamos transitando por una nueva etapa en el rock: por los grupos, los recitales, los discos como éste. Pero eso es un reflejo de que existe una vocación general por cambiar la cosa. Ellos también lo dicen: Oigan, vayamos a luchar, la historia se murió."
Todo el disco respira un aire de prolijidad (por momentos excesivo seamos sinceros), pero una prolijidad no demasiado habitual dentro de la progresiva local. No por eso perdieron el alma, un toque de pasión —amor que se trasluce en las letras: desde la naturalidad de "Cantemos tu nombre" al surrealismo hermético pero filtrable de "Canto". En general la temática del álbum traspasa la barrera de la experiencia íntima, personal (muchas veces desenfocada) de los intérpretes, para ubicar el mundo de los amigos ,de la infancia, del compromiso, en definitiva de la objetiva realidad circundante de un coetáneo de hoy. Las labores individuales son difíciles de destacar o valorizar en una formación compacta como la que Aquelarre está logrando. Segura-mente llamará la atención por lo nuevo el clavicordio de González Neira (desde Ciro Fogliatta probablemente el mejor tecleador argentino), pero no es menos eficaz la feliz conbinación rítmica que por momentos logran Del Guercio y Starc, ya anticipada en las zapadas que realizaron juntos aún antes de formar Aquelarre. García es quizás el más pulcro y meticuloso de los cuatro: una batería precisa, desapercibida cuando tiene que serlo y presente con todo en los momentos de fuerza. Este disco es muy importante para la consolidación de Aquelarre como grupo y como imagen necesaria dentro del rock, pero seguramente es más importante para el movimiento en general, mucho más allá de que haya opiniones contrarias o no demasiado entusiastas; su importancia se va a comprobar con el tiempo. Así como algunos años atrás hubo grupos que señalaron un camino. Aquelarre puede llegar a hacerlo también y quizás con más claridad en un ya necesario segundo long play. Los trabajos esbozados en este primer álbum dan la sensación de que el grupo no se termina allí, o que tiene que esperar un tiempito para madurar nuevas cosas. Son seis temas y el oyente esperaría tres o cuatro más. El grupo posee un repertorio más amplio, quedó demostrado en los recitales. Pero en las grabaciones parecen crecer, multiplicarse en la creación. Quizás por el esmerado trabajo que realizaron en los estudios, meticulosidad que ya fue comentada en números anteriores. Esa técnica es probable que arrastre opiniones a enjuiciar cierta frialdad en la música que transmite el disco. Si se lo separa en porciones puramente académica es probable esa conclusión. Pero el resultado total de lo hecho, el sentimiento del long play rebasa con autenticidad esos límites. Es indudable que estamos caminando por otros caminos, que son una herencia de los errores del pasado, y un resultado del refinamiento de ciertos resortes. La confección del álbum por ejemplo (una doble tapa impresa en negro) demuestra imaginación sin efecticismo y un sentido poco usual de lo necesario sin ostentación de fotos, ni colores de super estrellas. Todo indica que estamos transitando por una nueva etapa en el rock: por los grupos, los recitales, los discos como éste. Pero eso es un reflejo de que existe una vocación general por cambiar la cosa. Ellos también lo dicen: Oigan, vayamos a luchar, la historia se murió."
Revista Pelo - Reseña del álbum (1972)
"El primer long play me parece el más interesante de todos porque es el que más demuestra lo que era el grupo. No hay ningún instrumento que no sea los que usara la banda original, el clavicordio, guitarra, bajo y batería, inclusive hay muy pocos playbacks, lo grabamos en 4 canales y junto con la mezcla usamos en total nada más que 90 horas. Es el disco que tiene el sonido más crudo de Aquelarre."
Hector Starc - Guitarrista de Aquelarre
Integrantes:
Emilio del Guercio: Bajo, voz
Héctor Starc: Guitarra, voz
Hugo González Neira: Teclados (clavinet), voz
Rodolfo García: Batería, coros
Temas:
01- Canto
02- Yo seré el animal, vos serás mi dueño
03- Aventura en el árbol
04- Jugador, campos para luchar
05- Cantemos tu nombre
06- Movimiento
Formato: FLAC - 44.100 Hz / 16 Bits
pass: naveargenta.blogspot